domingo, 28 de junio de 2015

Pastillas ilícitas para hipercompetitivos en el trabajo y la escuela van en auge

Después de romperse una pierna y aumentar 22 kilos de peso, John Smith tomó Vyvanse para suprimir su apetito. Él lo hizo siguiendo el consejo de un amigo estudiante de medicina que había perdido un total de 9 kilos, "casi milagrosos”, a pesar de no haber cambiado en nada su estilo de vida. Vyvanse funcionó: Smith rápidamente se deshizo del exceso de peso.
Sin embargo, también se dio cuenta de que cuando tomaba Vyvanse -un medicamento recetado para tratar la hiperfagia compulsiva y el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) en niños y adultos- podía "hiperenfocarse” en su trabajo. En la actualidad, este individuo de 30 años de edad (quien eligió un seudónimo al ser entrevistado para este artículo) "se toma una pequeña dosis” cada vez que tiene que terminar algo rápidamente en su trabajo como analista para un grupo de inversión en EEUU.
Vyvanse le permite "apagar el mundo”, concentrarse y sumergirse en los números. "Crea en mí un deseo obsesivo compulsivo de revisar mi trabajo”. Él no tiene una receta para el medicamento, pero compra una pastilla a la vez de un amigo que sí la tiene. Smith también ha vendido pastillas a los amigos que sienten que necesitan ayuda para concentrarse o trabajar largas horas. Nunca lo hace con fines de lucro, enfatiza, y con frecuencia pierde dinero. "Simplemente ayudo a mis amigos cuando lo solicitan”, afirma.
Ayuda para concentrarse
Estas historias no sorprenden a Michael Sinclair, un psicólogo con sede en la City of London. Él está acostumbrado a ver un flujo constante de clientes jóvenes que reportan el consumo de drogas como Vyvanse o Adderall, las cuales se prescriben para el TDAH, o Modafinilo, que se utiliza para tratar la narcolepsia, buscando ayuda para concentrarse o trabajar durante periodos de tiempo más largos. "Las personas las están comprando las unas de las otras, y por internet”.
Patrick Curtis, un exanalista de banca y fundador de Wall Street Oasis, un sitio especializado en carreras en el sector financiero, observa un cambio generacional en el uso de drogas. Existe un cambio entre los empleados jóvenes de Wall Street del uso de alcohol y cocaína hacia el de las llamadas "drogas para mejorar el rendimiento”. Declaró: "Las exigencias del trabajo han aumentado y los fármacos preferidos han evolucionado como resultado de esto”.
Un trabajador del sector tecnológico, quien prefiere permanecer en el anonimato, tomó Adderall para que le ayudara a pasar sus exámenes de bachillerato. "Adderall, ya sea que tenga un efecto fisiológico o psicológico, te ayuda a pasarlos”. Un inconveniente es que, a veces, le hacía concentrarse en las cuestiones equivocadas: "Empiezas a leer un tema que no está relacionado y sigues investigándolo porque estás interesado en él”.
Es difícil estimar el número de personas que utilizan tales medicamentos por razones de productividad en lugar de médicas. Un informe estadounidense estimó que un 34% de los estudiantes universitarios había utilizado medicamentos para el TDAH principalmente durante periodos de gran estrés académico. Otros estudios han sugerido que la cifra es más baja. Los investigadores del King’s College London y la London School of Economics hallaron que el 9% de los estudiantes encuestados había utilizado Modafinilo, Adderall o Ritalin al menos una vez.
Fármacos tramposos
El Modafinilo está aprobado en EEUU para ayudar a los trabajadores con turnos a mantenerse alertas. Pero como lo señaló un informe en 2012 titulado Human Enhancement and the Future of Work, "la definición de trabajo por turnos puede abarcar muchos patrones de trabajo diferentes”.
Johann Hari -un experiodista del periódico The Independent, quien dejó su trabajo después de admitir plagio y luego escribió un libro sobre la guerra contra las drogas- recientemente habló de su uso de la droga contra la narcolepsia, Provigil. "Puedo trabajar todavía más, estar procesando información constantemente y dormir sólo cuatro horas por noche”. Él cree que se volvió adicto.
Los efectos a largo plazo de estos fármacos en una mente sana están aún por determinarse. Michael Craig es un psiquiatra consultor en los hospitales Nightingale y Maudsley en Londres, y trabaja con adultos con TDAH. Él ha tenido pacientes sin necesidad médica que le exigen que les recete las píldoras. La madre de un adolescente que se preparaba para estudiar en EEUU fue particularmente agresiva en sus exigencias de una receta médica. "Ella sentía que no había igualdad de condiciones si su hijo no las estaba tomando”.
El médico Sinclair teme que la gente está tratando de usar drogas para "eliminar los peores aspectos de sí mismos”. Los que vienen a su consulta tienden a ser perfeccionistas "que temen al fracaso”. A Sinclair le preocupa que la gente no se está permitiendo sentir cansancio ni tristeza. "En realidad, es aceptable sentirse triste”, aseguró.
La respuesta a la presión
John Harris, profesor de bioética en la University of Manchester, es más optimista. Él está, en términos generales, a favor de la tecnología y las drogas que mejoran el rendimiento. "Si todo el mundo está trabajando todo el tiempo, existe presión”.
Él piensa que, de la misma manera que la gente utiliza el café y el alcohol, es posible que los medicamentos recetados puedan ser una respuesta racional a la presión. "Debiéramos ocuparnos del aumento de la presión, no de las drogas”.
Ben Willmott, director de política pública en el CIPD, un grupo de recursos humanos del Reino Unido, está de acuerdo con que la presión debe ser abordada. "La mejor manera para reducir el riesgo de que los empleados utilicen este tipo de drogas es garantizar que los gerentes de línea estén debidamente capacitados, que las horas de trabajo sean adecuadas y que la gente no sea sometida a una presión excesiva y prolongada”.
En cuanto al seudónimo Smith, él no le da importancia a la idea de que está bajo demasiada presión. "¿Honestamente? Me encanta mi empleo y me encantaría poder trabajar aún más”.
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