jueves, 3 de marzo de 2011

Compran semen para fabricar cosméticos clandestinamente

MECANISMO: El recolector se lleva cerca de 40 frascos con líquido seminal en un solo día.

Son las ocho de la noche de un sábado cualquiera cerca de la calle Evaristo Valle, donde un muchacho de unos 14 años hace una curiosa entrega. Un hombre alto y delgado, que aparenta tener alrededor de 45 años, le paga 20 bolivianos por el envase de película fotográfica.

Obviamente, no es un rollo lo que el comprador adquiere. Es, aunque no se crea, una muestra de líquido seminal.

Esta venta es inusual, ya que no existe un mercado o banco de esperma al que donantes y receptores puedan acudir.

“Le vendo cada dos o tres días a la semana. Ya lo conocemos. Nos dice que lo compra para fabricar cremas de belleza”.

El jovencito tiene en su mano un pequeño tarro de clefa. Los indigentes y niños de la calle o en situación de abandono son los proveedores del insumo.

La venta parece escandalosa, pero no existe norma alguna que legisle o sancione transacciones de este tipo.

Un lustrabotas, amigo del joven vendedor, admitió que estas operaciones son frecuentes. Según dijo, el recolector cada semana “se lleva cerca de cuarto litro cuando va por la Buenos Aires, la plaza Eguino, la Alonso de Mendoza y la Pérez Velasco”.

“El Negro” afirmó que así se puede “ganar un ‘machete’” (unos billetes). “Es nuestro padrino, paga por cada polvo y con eso sobrevivimos. Eso es mejor a estar robando”.



COMPRADORES EXCLUSIVOS. El líquido seminal no sólo es demandado por el recolector. También es adquirido por otras personas, pero en estos casos es para uso personal. Hay quienes llegan por esas zonas después de la medianoche en lujosos vehículos.

July ronda los 17 años. Forma parte de un grupo de niños y jóvenes de y en la calle. Asegura que el semen es utilizado por quienes desean tener el rostro libre de arrugas.

La coquetería no tiene límites. La jovencita dice que tras aplicarse el líquido, la piel se torna lisa, suave y sin pliegues.

Para proveer el producto, los vendedores deben masturbarse constantemente.



LAS Características. Un especialista, que pidió mantener su identidad en reserva porque considera que el Colegio Médico debe pronunciarse al respecto, manifestó que el semen es una enorme fuente de proteínas, pero, por un sentimiento conservador en la sociedad, no es una sustancia comúnmente utilizada para elaborar cremas o cosméticos.

El médico indicó que sabe que muchas personas han dejado de comprar cremas para usar este método que, según afirmó, no es reciente, aunque su empleo no es muy difundido.



Sin datos. El mayor Wálter Sossa, jefe de la División de Trata y Tráfico de Personas de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) paceña, dijo que no recibió denuncias de venta de semen y menos de abuso o presiones a menores por este hecho.

Luis Larrea, director del Colegio Médico Departamental, explicó que conoce algunos rumores de venta clandestina de semen, aunque no precisamente con fines cosméticos, sino para la realización de inseminaciones artificiales y fertilización in vitro.

“No tengo ningún tipo de registros de la venta de semen para productos cosméticos”.

A su turno, Sandra Encinas, de la Sociedad de Dermatología de La Paz, aclaró que ningún producto para la piel contiene esa sustancia y mucho menos es adquirida en un eventual mercado negro.

La profesional, empero, refirió que “el semen tiene muchas propiedades, pero no se está utilizando en nuestro medio”.

De acuerdo con otro especialista en estética, el semen es exfoliante, vale decir que elimina las células muertas de la piel.

En las calles frecuentadas por proveedores y compradores, los muchachos afirman que incluso algunos policías conocen al recolector, pero que nunca lo arrestaron o molestaron.

“El que compra a veces nos golpea, por eso algunos de nosotros han decidido irse y dejarlo colgado”, dice el joven, pero nunca le falta el producto.

Las cremas cuestan entre 80 y 120 bolivianos

Los productos de belleza tienen un amplio mercado en el país. Los hay de acreditadas marcas y otros son más modestos y de producción artesanal.

Juana, que es vendedora ambulante de discos compactos, dijo que hasta algún tiempo se ofrecían cremas elaboradas en base a semen y grasa de recién nacido cerca del mercado Camacho. El pomo de aproximadamente 30 gramos costaba entre 80 y 120 bolivianos. La construcción de la actual infraestructura de la plaza alejó a los comerciantes de estos productos.

La mujer asegura que las compradoras decían que son muy efectivas. “En sus conversaciones decían que esas cremas sirven para curar heridas de quemaduras, hacer desaparecer cicatrices de cortes y otras lesiones. También decían que evitaban las arrugas”.

Los puntos de expendio se han trasladado a locales improvisados de productos cosmetológicos no regulados, donde se aplican mascarillas faciales y tratamiento por un precio que oscila entre 100 y 200 bolivianos, pero la actividad no está regulada. Se sabe que hay prácticas de esteticismo inclusive dentro de la cárcel de mujeres de Obrajes.

Un sector vulnerable y agredido

Arturo Vargas, director del Departamento de Investigación de la Universidad Mayor de San Andrés, afirmó que existen grupos de indigentes que son utilizados e incluso explotados para la obtención de sangre y semen.

Si bien esta actividad se realiza en la clandestinidad, una investigación impulsada por los estudiantes da cuenta de que los jóvenes son vulnerables a éste y otros abusos que —a decir del científico— están tipificados como delitos.

“Hace cinco años se denunció que les sacaban sangre de forma ilegal para luego venderla, pese a que está prohibida su venta. Pero ahora se denuncia que se les extrae líquido seminal para beneficio de empresas de cosmetología y dermatología”.

Vargas explicó que la Policía no cuenta con datos de quiénes y cuántos son los afectados, y que muy poco ha investigado este hecho que se constituye en un delito por los abusos y la explotación a la que —según las investigaciones— son sometidos “los donantes”.

Incluso aseveró que, muchas veces, son los policías quienes cometen los abusos.

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