jueves, 17 de febrero de 2011

AUTOMEDICACIÓN Cuando el remedio es peor que la enfermedad

Ante un dolor de cabeza, una indigestión o un golpe accidental, lo último que a muchos les pasa por la cabeza es ir al médico. La solución más práctica es recurrir a una farmacia y solicitar ayuda al bioquímico o hablarle a un amigo que sabe de pastillas. “Yo conozco mejor mi organismo”, es uno de los pretextos que utiliza la gente para automedicarse. Si son medicamentos de venta libre, para dolencias sencillas y salen en comerciales de televisión, ¿existe algún peligro?
Estudios realizados en Costa Rica en el Centro de Información de Medicamentos (Cimed), indican que la automedicación es la primera alternativa de tratamiento en un 75% de los problemas de salud. Las causas de la automedicación son múltiples, y entre ellas hay factores antropológicos, sociales, culturales y propagandísticos que promueven el consumo de medicamentos. Los que se usan con más frecuencia y sin control son analgésicos, antihistamínicos, antibióticos y antisépticos.

ANTIBIÓTICOS, LOS MÁS PELIGROSOS
La automedicación con antibióticos es doblemente riesgosa porque no sólo se promueve el desarrollo de resistencia de los microorganismos a armas terapéuticas valiosas, sino que se corre el riesgo de desarrollar una alergia, en algunos casos severa, y de presentar los efectos secundarios conocidos de este grupo de medicamentos, aparte de los problemas habituales derivados del uso irracional de fármacos.

“Si alguien siente un fuerte resfrío y decide tomar antibióticos, no le está haciendo ningún favor a su organismo. Al contrario, los antibióticos no actúan sobre los virus y generalmente las personas toman dosis de dos o tres días, las cuales resultan insuficientes”, señala el médico boliviano Óscar Hevia y Vaca.

Por ello, la lucha contra las enfermedades infecciosas se ve obligada a utilizar antibióticos cada vez más fuertes, porque la cepas de bacteria día a día van mutando y generan resistencia a los antibióticos, afirma.

LOS TIPOS DE FÁRMACOS
Hevia y Vaca explica que existen dos tipos de automedicación: la responsable, que tiene que ver con que el paciente sienta, por ejemplo, un dolor de cabeza o un resfrío y acuda a la farmacia donde muchos medicamentos se venden libremente y consuma ese remedio por un corto tiempo, destinado a una causa específica. Si no hay pronta mejora, debe asistir a una consulta médica para que se le haga el estudio necesario.

La automedicación irresponsable hace que una persona tome, sin consultar, medicamentos que son principios activos (la sustancia a la cual se debe el efecto farmacológico) que si bien curan algunas enfermedades, pueden tener acciones colaterales. “Todos los medicamentos pueden potencialmente hacer daño, dependiendo de la dosis y de la idiosincrasia de la persona que lo consume”, señala.

Los efectos secundarios y las contraindicaciones se pueden agravar por combinaciones letales, sobredosis y desconocimiento del historial médico propio. Por ejemplo, no deben tomar antiácidos quienes estén sometidos a tratamientos por hipertensión arterial o toman medicamentos para el corazón, ya que el antiácido cubre la mucosa del estómago e impide que se absorba el otro medicamento.

Reacciones alérgicas, gastritis, infecciones crónicas, complicaciones cardiovasculares, intoxicación, sobredosis, dependencia química, convulsiones, irritabilidad, accidentes (caseros, automovilísticos o en el trabajo) y hasta la muerte son riesgos que se corren por una automedicación irresponsable. Si bien no se debe ir al médico cada que uno se rompe una uña, sí es nuestra obligación el mantener nuestra integridad física sin abusar de los fármacos.

Apuntes
Responsabilidad. Si usa un fármaco de venta libre, no lo tome por consejo de otra persona que no sea su médico. Siga las instrucciones al pie de la letra (del farmacéutico o del instructivo).

Utilícelo únicamente si ya probó algunos remedios caseros sin resultado. Infórmese sobre los beneficios y efectos secundarios del medicamento antes de tomarlo. Tome la dosis mínima indicada. Guarde siempre los medicamentos en su empaque original, bien cerrado y fuera del alcance de los niños. No tome medicamentos enfrente de los niños ni les diga que la medicina "sabe a dulce". Tenga un manual de medicamentos en su casa. Verifique la fecha de caducidad.

Antibióticos. Los médicos fueron los que influyeron indirectamente sobre el consumo de medicamentos por automedicarse. Era de esperar que la eritromicina, la ampicilina y la tetraciclina fueran antibióticos de gran uso en automedicación, quizás porque tienen mucho tiempo de estar en el mercado y porque sus presentaciones permiten adquirirlos en unidades individuales a un precio relativamente bajo. Sin embargo, estos antibióticos presentan efectos secundarios serios. Es conocida la fotosensibilidad causada por la tetraciclina, su incompatibilidad con los derivados lácteos y la alergenicidad de la ampicilina, sólo por mencionar algunos efectos.

Farmacias. Los negocios privados venden medicamentos con o sin prescripción médica. De acuerdo con la legislación del Colegio de Bioquímica, estas farmacias deben contar con un farmacéutico regente al menos por ocho horas. El exigir una receta es muy importante, así como el estar pendientes de las fechas de vencimiento. Los bioquímicos farmacéuticos son trabajadores de la salud que tienen un buen nivel de preparación como para decidir qué medicamento debe ser suministrado para una causa específica. De hecho, en Bolivia, la gente acude donde este profesional que muchas veces se convierte en la primera instancia que inicia el tratamiento.

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