lunes, 28 de febrero de 2011

La chillka, de planta medicina la pomada antiinflamatoria

La chillka es una de las plantas medicinales más populares para curar golpes e inflamaciones. Así lo confirma Ana Quispe quien vende, en la calle Linares, por dos bolivianos, un amarro de este pegajoso vegetal.

“Muchas personas compran chillka porque saben que cura ‘bien’ los golpes”, dice la chiflera. Cuenta que la gente ya no le pregunta sobre cuál es la mejor yerba para esas dolencias, pues “directamente piden” la chillka.

Esta planta silvestre, que crece de manera natural en varias zonas de La Paz y el altiplano, hasta ahora es aplicada -luego de machacarla- directamente sobre la contusión que se busca desinflamar.

Aunque otras personas, como Carlos Mendoza, de 19 años, preparan una cataplasma a la que agregan hojas de coca y alcohol. “Lo caliento y me pongo sobre el lugar golpeado y lo envuelvo con un paño negro para mantener el calor. Eso saca toda la hinchazón”, describe el joven.

Esa cualidad antiinflamatoria, ya comprobada por los médicos tradicionales y kallawayas, es la razón por la cual el Instituto de Investigaciones Químicas (IIQ) de la UMSA la eligió para documentarla científicamente con un estudio que lleva ya siete años y que será corolado con la venta en farmacias de una crema elaborada por la empresa farmacéutica LAFAR.

La firma de un convenio en 2004 entre ese instituto, LAFAR y la ONG FHI-Bolivia dio inicio a la investigación, recuerda Enrique Ocampo, director de Negocios Internacionales de la farmacéutica.

El estudio se inició con 26 plantas buscando producir fitofármacos, mediante una cadena productiva que incluye a poblaciones rurales, dice la docente investigadora del IIQ, Giovanna Almanza.

Así se decidió investigar la chillka, lo cual implicó su recolección, procesado y almacenamiento, así como la obtención de extractos y su transformación en pomada.

La investigación científica

En el laboratorio del IIQ, Almanza muestra la pomada de chillka que está lista para comercializarla en farmacias. Allí se realizaron, y continúan, los estudios de esa planta medicinal.

Ese proceso comenzó con la recolección, secado y triturado de la planta. Una máquina extrae su resina, el llamado extracto. Se obtuvo el mismo de tres especies de Baccharis (nombre científico del vegetal).

“Éste es líquido pero se analiza sus componentes cuando está en estado sólido”, explica la investigadora. Para ese proceso, el Laboratorio de Productos Naturales cuenta con otro equipo, adquirido con la ayuda sueca.

Mediante ensayos químicos, determinaron la actividad antioxidante y los principios activos de la planta, entre otros, trabajo en el que participaron docentes investigadores y universitarios.

El estudio científico incluyó la verificación de su toxicidad y genotoxicidad (a nivel celular). Las investigadoras Gloria Rodrigo y Aracelli Pillco, del Instituto de Biología Molecular y Biotecnología, comprobaron que no es tóxica a ninguna concentración. “La chillka no es tóxica ni en la aplicación tópica (en la parte afectada) ni en su ingesta”, asegura Almanza.

En tanto, con el extracto obtenido por el IIQ, laboratorios LAFAR produjo en forma experimental la crema en varias concentraciones, para hallar la mejor composición.

Ya en pomada, volvió a la UMSA donde se probó su propiedad antiinflamatoria en ratones en el Instituto de Investigaciones Fármaco Bioquímicas, bajo la dirección de Eduardo Gonzales.

A la par, luego de ser autorizados por el Comité de Bioética del Colegio Médico, validaron el producto en las personas. El asesor médico científico de LAFAR, Mauricio Saavedra, señala que en esta fase preclínica se trabajó con un centenar de personas.

En su centro de rehabilitación, el fisioterapeuta Dalton Salinas aplicó la pomada a sus pacientes para tratar la tendinitis. “El porcentaje de recuperación fue más alto que con otros productos ya conocidos”, afirma Salinas.

Por tanto, dice que puede certificar su efectividad. Incluso lo verificó en casos reumáticos. “Todo está documentado”, afirma.

Según Almanza, para este proceso, los participantes dieron su consentimiento, previa información de la prueba que incluyó una comparación con el diclofenaco.

El 70% de ellos reportó mejorías más altas con la pomada de chillka. Saavedra, por su parte, recuerda que hubo un solo caso de alergia al producto, que desapareció al suspender su aplicación

Una cadena productiva

Con el objetivo de trabajar en el marco de una cadena productiva, a la UMSA y LAFAR se sumarán pobladores de comunidades donde se puede producir la planta.

Se identificaron a dos potenciales: una cerca de la zona Sur de La Paz y otra en el altiplano. Se busca cultivarla allí, donde hoy se encuentra sólo en estado silvestre, dice Almanza.

Éste es un proceso que no siempre es bien entendido, reflexiona Ocampo, ya que se espera que el rédito económico sea inmediato.

Estudios como éstos llevan mucho tiempo y son costosos, aseguran los impulsores de la industrialización de la chillka, quienes proyectan exportarla, por eso buscan una producción sostenible de su materia prima. Por ahora, están a la espera de que el Ministerio de Salud apruebe el registro.
Algunos datos del proceso de investigación de las Bacharis

* Chillka Esta planta que crece en La Paz y en la región andina de Sudamérica se usa como cataplasma para curar fracturas, inflamaciones o dislocaciones.


* Especies En el proyecto se estudiaron tres Bacharis (nombre científico). Las especies: Baccharis latifolia (chillka negra), B. pentlandii (chillkha clara) y B. papillosa (chillkha redonda).


* Extracto Separación de porciones biológicamente activas de los tejidos de las plantas con el uso de solventes.


* Genotoxicidad Determinación de la capacidad que la sustancia tiene para interaccionar con el ADN de los organismos.


* Beneficios Un convenio firmado en 2004 establece que las utilidades generadas por la venta de la pomada de chillka se distribuirán en tres partes iguales que beneficiarán al IIQ de la UMSA, a laboratorios LAFAR y a las comunidades productoras.


* Recursos El proyecto recibió apoyo financiero para sus diferentes investigaciones de la cooperación sueca y de la OEA, ganó recursos del IDH y del concurso Innova UMSA, entre otros.

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