miércoles, 7 de marzo de 2012

“Confundí el dengue con un resfrío hasta que comencé a sangrar”

El dengue convirtió el viaje de vacaciones al Chapare en la peor experiencia en la vida de Claudia (nombre ficticio), una joven de 29 años que casi pierde la vida luego de haber sido picada por el temible mosquito aedes aegypti.

Como lo hace en todas las vacaciones, Claudia fue a visitar por unos días a sus padres que viven en Chimoré.

Fueron diez días los que estuvo junto a su madre y su padre, que en ese municipio se dedican a la crianza de animales y a la agricultura.

Antes de viajar, Claudia sabía que la epidemia del dengue se había activado, pero no tomó mucha atención a los cuidados que debía tener para evitar ser picada por el mosquito portador de la enfermedad. Ni siquiera usó de forma diaria el repelente que su madre le dio para que se lo pusiera mientras se quedaba en el lugar.

La joven, de figura robusta y tes morena, prefería usar poleras y cortos todos los días, a pesar de que veía que la mayoría de la gente del lugar vestía de pantalón y manga larga precisamente para evitar ser picados por el mosquito del dengue.

El viernes 17 de febrero mientras descansaba en su casa sufrió de repente un dolor muy fuerte en las piernas, trató de pararse y sujetarse de la puerta de su casa y luego sintió una pesadez en los ojos.

Le avisó a su madre lo que le estaba pasando y de inmediato la trasladaron al Centro Médico de Ibuelo donde le recetaron paracetamol para bajar la fiebre y sales de rehidratación oral.

Como ya no podía soportar el dolor en sus huesos y la temperatura que no cesaba, Claudia decidió retornar el sábado 18 a Cochabamba donde vive con sus hermanos.

Pasó el fin de semana sin realizar consultas médicas, pero el lunes 19 la temperatura volvió a subir porque no había cumplido a cabalidad con el tratamiento que le dieron.

Fue entonces que acudió a su seguro donde le diagnosticaron una infección estomacal.

“Llamé a mi madre por teléfono y le dije que no tenía nada, porque los médicos me descartaron que tenía dengue. Sin embargo una amiga enfermera que me vio, me aseguró que se trataba de dengue porque tenía todos los síntomas e incluso mi piel se comenzó a manchar y obscurecer”, contó Claudia, mientras recibía los últimos tratamientos para vencer al dengue en el hospital Viedma.

Agregó que pasaron unas horas y el miércoles 22 por la mañana comenzó a sangrar por sus encías. Fue entonces que pidió auxilio a su hermano y él la llevó hasta el Viedma, donde los médicos determinaron internarla inmediatamente ya que tenía todos los síntomas del mal, mismo que fue confirmado posteriormente con la prueba de laboratorio que fue enviada al Centro Nacional de Enfermedades Tropicales.

En la cama tres de la habitación 345 del Viedma, la joven relató que nunca imaginó enfermar con dengue y desde que fue al primer centro médico creyó que lo que tenía era simplemente un resfrío.

“Jamas pensé que me podía pasar a mí. Creo que vine a tiempo al hospital para salvar mi vida”, comentó.

Claudia, que permaneció durante seis días internada en el hospital, dijo que fue el único lugar donde le brindaron la atención adecuada y que al segundo día de internación el sangrado de encías que tenía fue controlado.

“Si hubiera creído en la versión que me dio el médico de mi seguro, que me dijo que tenía una infección estomacal quizás ahora no estaría aquí. No sé cómo me pudieron hacer un diagnóstico tan malo, me podía pasar lo peor”, dijo Claudia conmovida y con una voz en tono suave, mientras aseguraba que por un buen tiempo no volverá al Chapare.

La experiencia que vivió mientras visitaba a sus padres, le enseñó que el dengue no es una enfermedad que las personas que viven y visitan la zona endémica en época de lluvias deben ignorar.

Señaló que su madre tiene en su casa todos los cuidados que merece la enfermedad y que ni ella ni su padre, que viven más de diez años en esa zona, fueron afectados con el dengue.

“Cuando yo estaba en Chimoré hubo fumigación, pero seguro que el mosquito me pico en otra zona porque yo salía a la calle a caminar y lo hacía con ropa ligera. No le daba mucha importancia a la enfermedad porque hacía calor, pero ahora me arrepiento”, señaló.

Recordó que cuando el dengue evolucionó y comenzó a sangrar, el color de su piel cambio totalmente. “Era irreconocible, mis pies y mis manos eran totalmente negros”. Sin embargo, luego de unos días su estado de salud mejoró y hoy solamente le quedaron algunas manchas en la piel producto de la deshidratación que le provocó la enfermedad.

Claudia, que trabaja como profesora y cursa el noveno semestre de Pedagogía en la UMSS, fue dada de alta el martes 28 de febrero.

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