martes, 9 de agosto de 2011

¿Soy una persona que imagino tener enfermedades?

La hipocondría es una actitud que el sujeto adopta ante la enfermedad, en muchos casos, el o la hipocondríaca centra su atención en síntomas leves o imaginarias (mareos, dolor de cabeza, entre otras).

Se sabe que el trastorno afecta a menudo a las familias que son especialmente sensibles y tienden a asociar cualquier signo corporal con angustia, miedo o ansiedad.

Los síntomas:

- Preocupación y miedo a padecer, o la convicción de tener una enfermedad grave, a partir de la interpretación “catastrófica” de alguna sensación o síntoma corporal. Puede ocurrir, por ejemplo, con lunares, pequeñas heridas, tos e inclusive latidos de corazón, movimientos involuntarios o sensaciones físicas no muy claras.

- Aunque el médico asegure que no está enfermo, los hipocondríacos se tranquilizan un momento pero su preocupación resurge.

- Existe una alteración negativa del estado de ánimo.

- Tienen Fobias a las molestias, que consideran el comienzo de enfermedades graves.

- Acaban renunciando a casi todo para dedicarse al cuidado de su enfermedad imaginaria.

El diagnóstico:

El malestar es significativo y afecta la vida laboral, social, personal y otras áreas importantes de la vida. Se debe asegurar que la persona no adolezca, en realidad, de ninguna enfermedad física. Si persiste con angustia, preocupación y dudas acerca de su estado de salud, es conveniente estudiar la posibilidad de un trastorno psicológico.

Tratamiento terapéutico

Se realiza para comenzar un tratamiento terapéutico cognitivo conductual, para superar sus miedos y ansiedad ante la enfermedad.

En un inicio se pide que no acuda a ninguna consulta médica y que no hable de salud, ni de enfermedad, para esto se requiere el apoyo de la familia, pues debe entenderse que tiene un problema real, aunque no el que el enfermo refiere sino otro que causa igual preocupación.

El tratamiento básico consiste en perder el miedo a la enfermedad y a la muerte. Muchas veces la propia angustia producida por el pensamiento de estar enfermo, como sensación desagradable e incontrolable se convierte en el factor desencadenante. Para eliminar estos temores se debe desensibilizar en la imaginación a situaciones temidas y evitarlas, que permita acercarse a ellas sin angustia ni miedo. Sólo entonces el afectado puede comenzar a reinterpretar sus sensaciones corporales y sentir además aquellas que son agradables o neutras y su cuerpo deja de ser una fuente de dolor o temor y puede convertirse en un generador de placer y confianza.

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