martes, 22 de diciembre de 2015

Desvelan los secretos del dolor




En el planeta hay unos pocos centenares de personas que no sienten dolor. Una serie de raras mutaciones impiden que su sistema nervioso detecte las señales de alerta de una quemadura o un rasguño. Ahora, un experimento con ratones genéticamente modificados promete aprovechar su “sufrimiento indoloro” para lograr el analgésico definitivo. El dolor físico es uno de los principales mecanismos de defensa del organismo. Cuando alguna parte del cuerpo sufre una agresión que puede hacer peligrar su integridad, se produce un torrente de señales electroquímicas en las fibras nerviosas, informa El País. Estas señales viajan por medio de unas proteínas llamadas canales de sodio. Hay hasta nueve diferentes que atraviesan la membrana de las células nerviosas y en la jerga científica se los conoce como los canales Nav1.x). Al menos tres de ellos tienen que ver con el dolor. Al superar un determinado umbral, el punto en el que el tejido se quema (térmico) o se rompe (mecánico), por ejemplo, las neuronas de los sistemas nerviosos periférico y simpático liberan una pequeña cantidad de sodio. La carga de este metal alcalino se ve amplificada por los canales de sodio y llega así hasta el cerebro y la médula espinal, encargados de modular la sensación de dolor. Cuando se descubrió el rol de estos canales, los más optimistas creyeron que era el fin del sufrimiento. Pero, aún hoy, el único medio para aliviar el dolor agudo son la morfina y otros opiáceos.

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